sábado, 17 de mayo de 2014

06 Marina - Junio 2001

La luz filtrada por la rendija de la ventana la trae a su nueva vida. Sin abrir lo ojos, arquea su cuerpo desnudo y sólo envuelto en una sábana de satén sobre la cama,  buscando con sus largas piernas  una compañía que sabe inexistente. Marina ha roto una relación de diez años la noche anterior, y aunque ha sido una decisión muy meditada, la resaca le espera larga y destructiva.

El silencio reemplaza ahora el sonido contenido de la habitual actividad matutina de Alejandro, que siempre se levantaba algo antes que Marina, y que le servía de despertador. Finalmente, sus ojos verdes se acomodan a la claridad , su mundo le parece de repente más pequeño.
A sus treinta y tres años, Marina tiene una honda sensación de fracaso. Ser una renombrada psicóloga y especialista del comportamiento en situaciones de estrés le ayudan a entender sus reacciones, pero no a abstraerse del  sufrimiento.
   
Decide ponerse en movimiento, Alejandro vendrá hacia mediodía con unos amigos a recoger sus cosas y no quiere estar allí para entonces. Además tiene que dar clase al grupo "S" esa tarde en la Universidad y necesita preparar el material. Se ducha, se lava y arregla su larga melena castaña, se pone un vestido rojo que ensalza su figura y de paso le hace sentir algo mejor, coge su mochila, con su portátil,  libros, cuadernos y bolígrafos, y sale de casa.

domingo, 4 de mayo de 2014

05 En el Avión

Ángel observa a su antiguo compañero de academia con curiosidad, como decidiendo si su presencia es en sí una buena o una mala noticia. Se siente cansado, sólo las altas dosis de adrenalina que circulan por su organismo le mantienen despierto. Eso, y el almohadazo propinado por Carlos. Se siente frustrado: quizás el sueño ayudara a que todo aquel circo extravagante, con sus monstruos y sus enanos desaparecieran. Quizás despertara en su casa y su mujer y sus hijos siguieran allí.

- Hola Carlos - sonríe -. ¿De vacaciones?

Carlos quiere contestar, pero Ángel lo interrumpe, con un ademán le indica que no ha terminado.

- ¿No habrás venido a matarme, no? - susurra pausadamente mientras con sus manos recorre su cara, tratando de espabilarse-. En un avion...Podrías, claro, al fin y al cabo tú te dedicas a eso - toma un buen trago de su Gin Tonic medio aguado por el hielo derretido mientras se toma el tiempo de seguir pensando. Hace una señal a la azafata para que les sirva otro par. - No- devuelve su atención a Carlos y continúa-. No me matarás - confirma casí más para convencerse a sí mismo que otra cosa-. Estás aquí porque la Agencia cree que puedo confiar en ti y todavía ve en mi un activo valioso, al menos de momento...

Carlos parece divertirse mientras deja a Ángel explayarse, ya ha soltado la almohada con la que le ha golpeado y ahora tiene los brazos cruzados sobre su pecho, sin apartar la vista de su antiguo compañero. Vestido impecablemente con unos chinos Armani blancos, y una camisa de lino azulona, a juego con sus zapatos , su muñeca luce bien un Panerai Luminor con la correa de piel gastada muy castigada y el plexiglas visiblemente rayado, al que mira de cuando en cuando. Su colección de relojes ha sido siempre su pasión declarada que exhibe orgullosamente a todo el que quiera verla . Espera pacientemente hasta que su interlocutor termina de hablar, al fin decide que su turno ha llegado.