El silencio reemplaza ahora el sonido contenido de la habitual actividad matutina de Alejandro, que siempre se levantaba algo antes que Marina, y que le servía de despertador. Finalmente, sus ojos verdes se acomodan a la claridad , su mundo le parece de repente más pequeño.
A sus treinta y tres años, Marina tiene una honda sensación de fracaso. Ser una renombrada psicóloga y especialista del comportamiento en situaciones de estrés le ayudan a entender sus reacciones, pero no a abstraerse del sufrimiento.
Decide ponerse en movimiento, Alejandro vendrá hacia mediodía con unos amigos a recoger sus cosas y no quiere estar allí para entonces. Además tiene que dar clase al grupo "S" esa tarde en la Universidad y necesita preparar el material. Se ducha, se lava y arregla su larga melena castaña, se pone un vestido rojo que ensalza su figura y de paso le hace sentir algo mejor, coge su mochila, con su portátil, libros, cuadernos y bolígrafos, y sale de casa.