sábado, 21 de marzo de 2015

08 Despertar

Duele. Todo mi cuerpo, de pies a cabeza. No sé donde estoy, diría que estoy tumbado en un lugar cómodo, una cama quizás, sobre una superficie acolchada en todo caso; ¿estaré muerto, enterrado ya? No parece,  el pecho va a explotarme. Trato de recordar lo que me ha llevado allí, pero me cuesta tanto concentrarme...Por fin soy capaz de abstraerme del sufrimiento, pongo toda mi energía a trabajar y mis párpados comienzan a abrirse como una vieja puerta de garaje, con gran esfuerzo. La luz me ciega, cuesta habituarse a ella, como si me negara el regreso al mundo de los vivos. No cedo, ya puedo reconocer...sus ojos.

Grandes como el universo, muero en ellos, siento mi voluntad correr hacia otro lado, dejándome desnudo y débil. Recuerdo la última vez que los vi, esos ojos, hace muchos años ya, el día que dejé todo aquello atrás, en el que ella me llevó en su coche a la que es mi casa y prometió que nos volveríamos a ver. Ya hace tiempo que dejé de esperar. A veces sentado en mi jardín  mi vista se desvía al lugar por donde la vi marchar en su bonito coche rojo. Unas veces sonrío y espero que todo le vaya bien, otras no.